Sólo Dios sabe la de cosas que habré hecho pensando en ella realmente. Pepa me levanta instintos que desconocía. Me levanta todo. Cuando estoy dormido, la imagino en todo tipo de situaciones. De cajera de supermercado. Con vestidos de gala.
Y desnuda, sobre todo, desnuda. La sueño susurrándome cosas al oído, diciéndome chorradas, diciéndome guarradas. Y ahora, milagros de la escritura a tiempo real, mientras me documentaba para escribir esta entrada, descubro una maravilla del periodismo de investigación: La belleza de Pepa Rus al descubierto. La Rus nos descubre sus secretos, sus mecanismos de atracción animal. Voy a memorizar ese artículo y, si algún extraño día tengo novia, haré que ella se rija por las normas de Pepa.
No hay comentarios:
Publicar un comentario